sábado, 6 de octubre de 2012

Vida nómada.

  Miro mi vida. 6 años, 5 lugares. Visto desde lo alto de mi taburete, de pie intentando verlo todo desde un punto de vista alternativo al más puro estilo de Robin Williams en la película “El club de los poetas muertos” he caído en que no he tenido una vida tan monótona ni aburrida. O al menos como yo pensaba hasta hace poco. Cada cierto tiempo va bien realizar una recapitulación de tu vida. Y haciendo la mía propia me he dado cuenta que lo que he vivido en poco tiempo. Ciudad, pueblo, mar, montaña y vuelta a la ciudad. Visto así he llevado una vida bastante nómada estos últimos años. Gracias a esta etapa nómada he vivido experiencias, he aprendido, he conocido muchas personas de las cuales me he quedado con la amistad de algunas, he querido, he amado y he odiado. Seis años en los que he disfrutado, sonreído y sufrido (bajones, pasarlo mal o como lo queráis llamar). Pero esto es la vida. Un ir y venir de emociones, de sucesos, gente que entra y sale de tu vida. Y somos nosotros quienes controlamos de manera directa la mitad de lo que sucede, el resto se da por si mismo entre nuestras acciones anteriores y las acciones de los que nos rodean, nuestros círculos, familia y amistades. No hay que olvidar que las amistades son una gran parte de nuestra vida y como tal hay que mantenerlas vivas, mantener ese contacto con las personas que te importan. Las relaciones hay que cuidarlas, son la magia de la vida y al cuidarlas damos una muestra inequívoca de respeto, de que valoras a aquella persona que intentas mantener cerca, quizás no día tras día, pero si mostrando que estas ahí haciendo notar tu presencia. Hemos de conocer, charlar, acompañar, sonreír… y respetar.

  Siempre he pensado que la palabra respeto engloba mas allá de lo que normalmente creemos. Lo hemos de hacer encajar en cada una de nuestras vivencias. Nuestra vida en sí es el conjunto de engranajes de amistad, amor y respeto unidos entre sí moviendo todas las piezas de nuestro día a día. Cada momento, cada instante de nuestra vida se basa en los movimientos que hemos realizado anteriormente. Cada decisión viene condicionada por lo que hemos recibido y más importante aún, lo que hemos dado. Es por ello que todos hemos de poner de nuestra parte, aportando como base algo tan básico como respeto por los demás. Y hay personas que eso no lo entienden. 

  Hablando claro quiero decir que, en resumen, no mereces respeto si no ofreciste respeto anteriormente, ni mereces amor si no has ofrecido amor. Y si alguna vez has causado dolor mereces el doble de sufrimiento. Porque realmente somos lo que vivimos y recibimos lo que damos. Aunque el sufrimiento si es de vuelta vale el doble. Así es como funciona la vida, y sería mucho mejor si no olvidásemos que cada acción tiene su consecuencia. Es por ello que el respeto es el engranaje principal. Puede no haber amor, o incluso no estar presente la amistad, pero el respeto por nuestro alrededor no puede faltar. Toda persona lo merece en menor o mayor escala. Y si, somos humanos, por lo que quitándonos la máscara de hipócritas por un momento reconozcamos que todos hemos esperado ver sufrimiento en personas que nos han faltado el respeto o nos han hecho sufrir anteriormente de una u otra forma. Aquel compañero de trabajo que mentía para dejarte mal, aquella ex novia que te dejó sin previo aviso, aquel imbécil que viste en el periódico que se cargó a tal y en otros muchos supuestos. Así es, mereces sufrir si has hecho sufrir y así será. Seguramente no de la misma forma en que hiciste sufrir o en que faltaste el respeto, pero de alguna manera llegará. Porque causar dolor es una gran falta de respeto. 

  Seguramente será en ese momento cuando recuerdes tu comportamiento anterior y ahí entenderás hasta qué punto de tu vida afectan al presente tus decisiones diarias y el trato que das a las personas que te rodean. Será en ese momento cuando lo entenderás todo. Lo verás y todo comenzará a recobrar sentido. Te acordarás de aquel compañero que puteaste en el trabajo para quedar mejor tú delante de los jefes. Te acordarás de tu ex novio al que le decías “te quiero” pocas horas antes de romper con él sin explicaciones y sumiéndolo en un profundo sufrimiento. O poniendo un ejemplo más directo, el reo se acordará de aquella persona a la que mató por robarle el reloj y lo que llevaba en la cartera. De todo ello te acordarás cuando notes que donde había respeto ahora solo hay dolor y/o soledad. Todo por tus propias acciones. Y esto se da tanto para lo bueno como para lo malo. Sonríe y sonreirás. Respeta y serás respetado. Quiere y serás querido. Es seguro que en tu día a día no verás la relación de tu estado actual con las decisiones que has tomado en otro momento, porque será en los momentos críticos que lo verás y en el fondo sabrás que, simplemente y para bien o para mal, estas en todo momento recogiendo lo que has cosechado. Si eres la parte a la que hicieron sufrir y piensas que no lo mereces, ánimo, que a veces simplemente toca sufrir. El juego de la vida tiene fallos. Pero ya llegará tu momento de gloria. Así que mientras tanto, cuídate, arréglate, mírate al espejo y sonríe canalla.

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